12/6/09

ALUMNA (La saga continúa)



A Sandra (otra alumna del taller literario que llevó al Poeta a dictarle clases personales) nadie le conocía novios, o cosa parecida. Y no permitía que ningún hombre se acercara mucho a su hermética vida. Era su amiga de toda la vida, medio introvertida y bastante devota de esas cosas de la iglesia católica. De ir a misa regularmente y quién nunca jamás se permitiría un insulto al cielo o a los que en él habitan. Profesora de historia. A las únicas clases que asistía eran a las literarias que él expresaba. Pero de amores, poco y nada.
Sandra y el escritor eran conocidos desde siempre. Desde niñitos sus familias vivían en casas pegadas. Crecieron al mismo tiempo, fueron a los mismos colegios y, salvo un par de años, fueron compañeros de cursos también. Crecieron al mismo tiempo y maduraron casi juntos también. Pero se veían cada vez menos. Así fue entonces que, mientras él comenzaba su carrera en esto de los versos, de los cuentos y los efímeros amoríos y tranzas con el sexo opuesto, ella se concentraba en estudiar historia.
Se recibieron por la misma época, casi. Pero en distintos lugares. Ella de silenciosa profesora de historia y él de marido joven de aquella inocente musicóloga. Pasó el tiempo y volvieron a verse después de la separación conyugal del bardo. Se supieron cruzar sus noches en un pequeño bar-café bien jipiento del barrio Bellavista en el que aquél narraba unos lacónicos cuentos en cien palabras.
Se encontraron a travéz de algunos güisquis en igual cantidad de jueves. Al término del cuarto jueves literario acabaron besándose bajo una rota farola de la nueva costanera del Mapocho.
Le temía a los besos largos Sandra, y él poeta se los hacía interminables. Le arisqueaba ella a las caricias, y él la acariciaba hasta donde le daba el largo de los brazos, y más. Le perturbaba a la gris profesora un cercano hombre de cuerpo entero, y el lírico le ponía todo su cuerpo a disposición. Así se fue dejando domar y en cuestión de un par de semanas hacía el amor como la mujer más sabia.
De amores sabía poco Sandra por aquella época, pero cuando la relación con el poeta acabó bien podía dar hasta un diez en un examen.

...


9 comentarios:

Laura Lafaurie dijo...

...narraba lacónicos cuentos en cien palabras...
Quisiera escuchar uno de esos cuentos.
Maravilloso como siempre, un completo placer leerte
Un besO!
Ciao

Anónimo dijo...

¡Que bien escribes!
Me encanta leerte...

MARIA DE LA LUZ dijo...

hermoso sin duda

gla. dijo...

Me gusta porque los dos se dieron mucho y aprendieron mas...Quizas se acabo...nunca se sabe...el destino es jugueton.Hermoso cuento.

Anónimo dijo...

Es incalculable lo que se pueden aportar dos personas que se encuentran.
Me gusta el final.
Un abrazo grande.

Unknown dijo...

Pues te respondo por acá:
Te escribí "Gracias por siempre venir a mi rinconcito y dejarme tu abrazo y tu amistad.
Hay día más que otros que necesitas de ese abrazo . Gracias".
Y bueno, aquí en tu mansión es que siempre hay cosas verdaderamente hermosas, deliciosamente bien escritas y sentidas. Recién vi las fotografías de tus hijos, sobre todo el pequeñín que está para comérselo a besos.

Recibe un afectuoso abrazo Caribe

im

Javier Tissera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

"Javier,
Ojalá, ojalá yo, infeliz mortal, escribir sólo un poco parecido a como tu escribes. Quien pase por www.masalladecualquiercosa.blogspot.com constatará lo que digo.
Y bueno, acá además de todos los problemas -la mayoría causados por el mal ejercicio de la política por los políticos criollos- damos siempre abrazos Caribe, así como ese Mar, azul, profundo y desafiante que nos mima y honra con su presencia".

isis de la noche dijo...

Guao!!

Eso es lo que yo llamo 'amor al estudio' o.. 'pasión por el saber' o... 'clases magistrales' ;)

Maravilloso texto..

Espero la continuación ;)

un abrazo