30/5/09

LOS LADOS DE LA CALLE

La diferencia entre el mundo real, que a muchos les resulta gris y cotidiano y este mundo virtual donde no somos más que "fantasmas" detrás de una pantalla..
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Existe una ciudad fantasma más allá de la calle Mariano Rubio, “esa calle que muy pocos conocen, está perdida en los fondos del cementerio del oeste”, según dice Borges. Hay quienes sostienen que dicha ciudad es un reflejo distorsionado de otra ciudad igual de complicada.

Las ciudades son paralelas, solo separadas por una difusa línea luminosa. A una, se la suele ver lúcida y formal, habitable aunque complicada. Divertida casi siempre y llena de conversaciones entretenidas. De la otra se pueden ver sus calles y sus casas son tristes, sus árboles viven en un eterno otoño, sus molinos y comercios se ven quietos y olvidados. Pero son la misma ciudad, Como en un tenebroso espejo se repiten de alguna forma casas, coloquios y habitantes.

De los que deambulan en la ciudad que normal se ve, es poco lo que se puede decir que no haya sido dicho mil veces, pero de los que habitan la copia espectral se puede decir que aunque son un exacto reflejo visual de los que viven en el lado tangible de la luminosa antes nombrada calle, tienen notorias diferencias, y una es que los fantasmas que la recorren emiten un brillo especial que los envuelve permanentemente.

Comparadas mis notas con las del "inglés Johnson (incansable buscador de fantasmas)" puedo decir que eso se debe simplemente a lo siguiente: Quienes son rodeados por un brillo blanco-plateado son aquellos que en la otra ciudad, son hombres de pensamiento libre e ilustrado, los que son acompañados por un brillo dorado, y también brillante, representan a mujeres inteligentes, libres y divertidas. Y los que son señalados por un brillo gris humo, casi negro, son quienes, hombres y mujeres, en ambos lados de la calle… son siempre fantasmas.

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27/5/09

BIGOTE (re)


Escribo poesía
cada vez que me afeito el bigote...
y escribo sobre mi bigote.



Eso da lo mismo que decir
que escribo cada vez que algo me cansa,
y escribo sobre lo que me cansa.



Así es como escribo
sobre los perros vagabundos
y de las veredas rotas de mi barrio,
o de los abusivos avisos comerciales de la TV.



Escribo sobre mi trabajo de escribir,
sobre las flores de mi jardín
y de los ajenos campos llenos de oro.



En ocasiones escribo sobre los demás,
sobre algunos nomás, aunque a veces generalizo.



Escribo de los relojes y de las tardes,
de los domingos y de los centros de compras.



De tanto en tanto escribo de mí,
y de mi idiotez...



Y del presidente escribo, y sus cuarenta ladrones,
y del fútbol y los periodistas de radio.



De las biromes que se pierden.


Y de los almanaques y de los diarios del día.


Escribo pensando en los puntos necesarios,
en las comas y todo eso.



Escribo sobre muchas otras cosas...
y sobre mi bigote, cuando me cansa.




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26/5/09

ENTRE NOTAS Y VERSOS (Biografía de cierto personaje)

Entre notas y versos


Siempre ha sido un sordo para la música, y lo reconoce. No tiene porque mentir, no sabe distinguir entre los acordes de una guitarra y de una gaita. Pero no envidió nunca a los que sí saben la diferencia entre una síncopa y un sostenido. Los músicos más bien le parecen unos pavotes que no hacen casi nada bien salvo soplar un caño, golpear unos bronces, apisonar con cierto tino unas teclas o rascar durante horas las seis cuerdas de una Fenders. Es más, hasta le producen algún escozor aquellos que saben, con solo escuchar tres notas, si la melodía es de Santana o del Negro Moreno.
Alguna vez uno de estos virtuosos se rió de él porque no supo decirle que la composición que estaba tocando con su guitarra era de una canción del Riky Tabares. ¡Como si el escritor no tuviese nada mejor que hacer que saber identificar con solo escuchar las melodías, las canciones de cualquiera que cante por ahí...!
Lo dicho, siempre ha sido de madera para los sonidos musicales a pesar que estuvo unido un par de años a una mujer que tocaba el violonchelo en la sinfónica del pueblo. O sea que ser neófito en la música, en algunos casos, no quiere decir nada. Ya ven.
Sobre eso quiero decir que a ella no le gustaba mucho meterse en el mar lleno de poesías, novelas y cuentos en los que el poeta navegaba y a él le costaba mucho oír subterfugios musicales cuando estaba educado mejor para leer. De igual manera creo que eso fue esencial para que se enredaran en amores como lo fue para que al fin se separen. Eso sí, lo que hubo en el medio fue bastante bueno. Tan buena como puede ser una relación entre un escritor silencioso y una musicóloga estridente. Y si digo que sus respectivos talentos los unió y luego los separó porque así fue. Ya verán.
Se conocieron un viernes de frío agosto cuando fueron presentados por unos amigos roqueros en común con los que el Escritor solía juntarse un par de horas a componer canciones de protesta. Ella llegó a ese rejunte con ánimo de incluir en él su instrumento. O de aprender a usar uno nuevo. Allí se interesó por la forma en que el bardo componía y por saber cómo se inspiraba y, sobre todo, cómo manejaba la pluma. Se enganchó en unas clases literarias que aquel estaba dictando. Luego se le ocurrió que dichas clases fuesen personalizadas y a domicilio. Pagaba bien, vivía sola y leía con idéntica afición el libro "Entre Piedras" y a Bartok. Y acabaron enredados.
Lo cierto es que su relación inmediatamente se basó en el sexo. Propiamente los sonidos que más tenían en común eran los que hacían mientras estaban revueltos en el catre. Tengo que indicar que provechoso fue que se conocieran siendo ambos muy jóvenes y sin experiencia. Eso los llevó a probar todos los sonidos de esa ciencia nunca bien explicada de la sexualidad. Traía ella como único conocimiento del sexo lo que le había dejado una noche de humo, manoseos hambrientos, besos con gusto a cerveza y dedos intrusos, y vivía ansiosamente la existencia agridulce de un apetito no satisfecho. Eso era bueno porque el escritor estaba casi igual en esas cuestiones. Sus certezas llegaban hasta el momento en que cae la última ropa. Sabía de besos y de caricias profundas, sabía de besos de mujer allá donde lo llevan a uno hasta el cielo, sabía de senos amplios y laxos, pero no sabía que había más allá del descubrimiento de toda una piel fresca, firme y rosada. No sabía que había más allá del desnudo total y del recorrido total. No sabía que pasaría en toda una noche para aprender a recorrer y conocer. Ella tampoco sabía, eso los unió. Y fue bueno aunque no fue para siempre.
La mujer era virtuosa en la ejecución de varios instrumentos musicales pero era mujer y como tal exigía casamiento y niños. El hombre era un silencioso y concienzudo elaborador de intrincados textos divertidos y filosóficos. Y como tal sabía que lo que ella pedía era para él compromiso y mucho ruido. No podrían combinarse en este caso una buena melodía con una mejor canción.
Bastante tiempo después de separados se supo que ella había aprendido a componer canciones dulces y melodiosas gracias a que conoció a uno de esos músicos que arreglan canciones comerciales, hace el amor una vez por semana y a toda hora toca su guitarra. Y del poeta sabemos varias cosas: lo que vamos a narrar en este libro y que anda todavía por ahí atrapado en lánguidos amores y aburridos palabreríos.

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24/5/09

JOVENCITA CONFUNDIDA (Fragmento)

Joven Confundida
Por supuesto que a la joven le maravillaba bastante pensar en lo que aquel hombre de treinta y tantos años, de cuerpo bien atlético, renombrado escritor y con mucha popularidad en cuestiones amatorias, podría hacer con una mujer en una cama… Y ni dudar que no la dejaba dormir esa insistente fantasía en la que se veía a ella misma haciendo cosas inesperadas con un hombre como ese.
Tenía su noviecito ella, como casi todas las adolescentes de su edad, pero no era lo mismo. Con su noviecito eran amigos-novios, y las cosas que hacían cuando nadie los veía eran de un minuto o dos. Nada. Cosas suficientes para una niña, no para la mujer de dieciocho años que ya era, pensaba ella en medio del influjo de sus deseos. Le encantaba pensar en lo que podría aprender con aquel hombre, aprender de lo que él sabía, de su experiencia. Cosas que ella en teoría ya sabía pero que nunca había consumado. ¡Y vaya si ella sabía de las habilidades del hombre aquel en las técnicas del amor y del sexo!, él fue durante un tiempo amante de su prima Claudia, aquella prima que en incontables ocasiones la llevaba a ella como coartada a sus citas amorosas.
Inventaban salir de paseos o de compras juntas pero iban a la casa del poeta en el otro barrio. Ella tenía que esperar en la cocina mientras aquellos, desde el dormitorio de puertas abiertas, suspiraban, gemían y aullaban cosas que la inquietaban y despertaban en ella conmociones sensuales que la dejaban suavemente temblando. Las ataduras de sus inexpertos años comenzaban a ahogarla. Todo en ella pedía ser rescatada por un hombre como ese. Suponía que de otra manera nunca iba a salir de aquel cerco de sueños e inquietudes que en medio de las tardes, y de la noche en su cama solitaria, la ahogaba más y más cada día.
Fue durante esos encuentros a los que iba como acompañante de Claudia que comenzó a desear al que, a sus ojos, era un superhombre. Un "pedazo" de hombre de treinta y tantos años. Y comenzó a sufrir cuando tenía que soportar que no fuese ella la que él esperaba por las tardes, y cuando apenas la saludaba, y que solo cruzara con ella dos o tres palabras, y que se llevara a la cama, que estaba a solo cinco pasos de ella, a su prima. Sufría y más lo deseaba. Claudia estaba casada con Santiago por ese entonces, y el hombre de treinta y tantos años estaba de amoríos con Flor, una hermana de aquel. O sea que su hombre deseado se repartía entre dos mujeres. Y ella se moría de ganas de ser la tercera. Presentía que aquel hombre era capaz de eso, y eso la alentaba. Si ya la segunda, su prima, era un secreto celosamente guardado frente a todos, ella, como tercera, sería un interesante súper secreto. Y siendo así podría encontrarse con él en lugares para los demás impensables, como en el viejo túnel del abandonado tren del parque, lugar secreto al que ella acudía cuando estaba triste y en el que podrían entrar hasta la parte más oscura y recostarse juntitos al costado de los viejos rieles usando como cama sus propias ropas. Y podrían besarse sin que nadie los viera, y desnudarse. y hacerse entre ella y él todo lo que él y la prima se hacían en la cama de su dormitorio sin puerta. O podrían acordar encontrarse en el viejo circuito de carreras, que estaba cerrado pero al que no era difícil acceder y que contaba con techados boxes, duchas incluidas. Allí podrían hacer cosas más locas aún porque había viejos coches de competición con grandes y acolchadas butacas. Viejos coches en los que podrían hacer el amor totalmente desnudos sin temor a que nadie los viera porque, sin competiciones, nadie iba por esos lados. Podrían hacerlo con ella acostada de espaldas sobre la chapa que cubre el motor de los autos o metidos en las fosas que se usan para ver los coches desde abajo. Y hasta podrían estar horas duchándose y amándose mojados con el agua al natural de las duchas abandonadas hasta la próxima carrera.
También, ya que esto sería más que un secreto, podrían ir al hotel más reservado de la ciudad, ese al que van los amantes clandestinos. En ese tipo de hoteles, según le habían contado algunas amigas mayores, hay cuartos preparados al gusto de los amantes. Hay cuartos con camas especialmente grandes y de colchones de agua. Hay otros con cómodas bañeras para dos en las que una perfumada y burbujeante agua te pone a punto para una sesión de masajes sexuales inolvidables... Solía verlo la muchacha, pasar al mediodía caminando de la mano y a las risas y besos con Flor y nuevamente verlo a media tarde, mientras aquella trabajaba, recibir en el departamento en que vivía, con un largo beso en la boca, a su prima Claudia. Así fue conociendo todo del hombre. Y supo de sus cualidades amatorias. Imaginando algunas de acuerdo a lo que oía desde el dormitorio o directamente espiando todos los movimientos desplegados sobre el cuerpo ansioso de su prima en una cama sin sábanas. Supo reconocer, después de mucho comerse con la vista y escuchar, cuales cosas hacían que él gimiera y cuales hacían que fuera la prima la que aullara en una interminable felicidad. Alguna vez aquellos le pidieron a ella permiso para verse en su propia casa. Era en un tiempo en que la novia del hombre no trabajaba. Y no tenían otro lugar para encontrarse. Ella al principio se negó pero el insistente pedido de la prima la convenció. La primera vez que fueron, fue en la ocasión en que los padres de la joven no estaban. Ocuparon la cama matrimonial que ella misma se ocupó de preparar antes y después de su visita. Ahí no pudo ver nada y poco pudo escuchar. La segunda ocasión en que vinieron a su casa estaba su madre. Eso llevó a que los tres se encerraran en su cuarto con el pretexto de estudiar algo inexistente. Ahí, mientras los amantes se prodigaban poco a poco más y más ardientes mimos, ella no despegaba los ojos de la televisión. En pocos minutos los dos estaban amándose bajo las sábanas de su propia cama a un paso de ella que, completamente ignorada, era una espectadora directa de todos los ardientes actos sexuales que, eso si, eran tan silenciosos como sus animadores podían. Sin duda que ella hubiese muerto por que la inviten a sumarse al dúo. Pero nada de eso sucedió.
Al acabar los amantes su tarea erótica le pidió su prima las disculpas innecesarias y le agradeció el permiso concedido... y él ni la miró más que la vez que tuvo que saludarla cuando la ardiente pareja se despidió. Otra vez los acompañó a la terraza de edificio donde vivía Claudia. En el departamento, tres pisos más abajo, estaba su marido descansando. Eligieron una hora en la que no había casi nadie en el edificio y hasta el portero aprovecha para descansar también un rato. Subieron los tres, trabaron la puerta y ahí nomás, mientras ella pretendía concentrarse en algún punto lejano de esa visión de la ciudad, los amantes se desnudaron completamente y comenzaron a besarse, a rozarse, y a penetrarse de a poco. Ella apenas se atrevió comenzó a mirarlos, de reojo primero, y después naturalmente ya que para esos momentos era completamente ignorada. Los amantes parecían gozar mucho más que de costumbre, tal vez, pensaba ella, por estar teniendo sexo a pleno sol y como únicos testigos al celeste cielo y a unas pocas plantas (incluida ella, ya que eso parecía que la consideraban) fijas a sus macetas. Aunque cuando todo iba terminando entre la fogosa pareja le pareció ver, en uno de los cambios de posiciones corporales, fugazmente, la mirada de él quedarse un segundo fija en la suya. Pero tal vez le pareció nomás, no estaba segura y por más que buscó a ver si se repetía, eso no ocurrió. Solo cuando los cuerpos brillantes de húmedos, mojados de saliva y sudores sexuales, se incorporaban del improvisado lecho a cielo abierto ella dejó de mirar y aquellos parecieron verla. Pero todo era ya como normal y ninguno le dijo nada. Solo reían y jugaban a arrojarse las ropas que se hallaban desperdigadas por el piso y entre las plantas. A partir de ahí ella podía entrar al dormitorio mientras ellos en las tardes de citas fugaces hacían el amor ardientemente. La veían, sabían que estaba ahí pero su fogosidad no cambiaba. Nunca le decían nada. Una de aquellas tardes ardientes de sexo la jovencita se sentó en un rincón de la cama. Podía oír hasta el mínimo suspiro, las frases entrecortadas casi siempre sensuales que ambos se decían, los quejidos. Hasta los inesperados sonidos que, en algunos de los tantos cambios de posiciones, los sexos al rojo vivo suelen emitir sin el control de sus dueños. Podía ver el efecto de cada beso, de cada caricia en uno y otro. Podía ver la parte de uno entrar y salir en partes de de la otra. Podía ver como se enrojecían las pieles y las partes, y como se unían una y otra vez. Podía apreciar plenamente el aroma dulzón que irradiaban aquellos cuerpos, el perfume que se instalaba en ella y la enloquecía de placer. Hasta pudo rozar cierta vez con la yema de sus inquietos dedos la piel transpirada del hombre de treinta y tantos que pareció no sentirla. Pudo por fin sentir en sus dedos el ardor del cuerpo de un hombre haciendo el amor. Todos sus sentidos estaban satisfechos aunque no se haya animado a tocar con sus labios, con su boca, lo que hubiese querido besar. La siguiente tarde de pasión fue la que trajo más ansiedad y la más esperada por la joven. Fue en la que estuvo más nerviosa. Como si hubiese comprendido que esa tarde era aquella en la que algo cambiaría para siempre. Esa mañana, como siempre lo hacían, planearon con Claudia la escapada. Dijeron a quienes les escuchaban que irían al comprar cosas para la casa y luego al cine. Por la tarde, a la hora de siempre tocaron suavemente la puerta y fueron recibidas por el hombre de treinta y tantos que se hallaba vestido solo con un pantalón de playa. Las esperaba con el café listo, como siempre. Aquel café que solo ella solía beber completo. Y así nomás, como si las cosas fueran de lo más normal, entraron los tres casi juntos al dormitorio. Nadie decía una palabra. La pareja comenzó a besarse, en la boca, en el cuello, en los brazos. La jovencita estaba parada al lado de ellos casi tocándolos con su piel virgen y dorada. Y como si todo fuese parte de lo mismo de siempre, se halló de pronto besando y siendo besada, acariciando y siendo acariciada, desvistiendo y siendo desvestida. Se halló de pronto acostada de espaldas en la cama, enredada en un mar de tibios cuerpos que la movían de un lado a otro. Y tocando con ambas manos el cuerpo del soñado del hombre de treinta y tantos. Y se sentía tocada por él. Sentía su boca curiosa, mojada y hambrienta entre sus senos, en su vientre. Sentía lo que siempre había soñado, su boca y su lengua entre sus piernas. Cuando estaba a su alcance, palpaba esa parte del hombre que ya conocía de vista. Y le parecía mejor aún de lo que había imaginado. Le parecía más grande, formidable. Le parecía hecha a su medida. Y comprobó que sin duda lo era ya que en un momento intuyó a su portador en posición y sintió entrar dócilmente aquello anhelado en su nunca antes domada aridez. Luego fueron una y otra vez, y unas y otras partes, durante un tiempo en que ninguna otra cosa existió. Hasta que se vio a sí misma reuniendo su ropa, vestirse lentamente y caminar hacia el olvidado café que frío esperaba sobre la mesa de la sala.Tal como había supuesto, ya nada fue como antes. Aquella fue la última ocasión en que el poeta le permitió a Claudia apelar a ella como compañía para esconder sus ardientes e ilegales encuentros amorosos.

CITAS

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Siempre llegué tarde a las citas. Cuando era joven más. Recuerdo una vez que con una agraciada jovencita habíamos acordado encontrarnos en un romántico barcito de la calle Piedras, a las cuatro de la tarde, en cierto día de agosto. Y fui, ese mismo día y a esa misma hora... pero siete años después.
Por supuesto, ella ya no esperaba y el barcito romántico era ahora un bacanal ultramoderno con pocas luces y muchachas sonrientes casi desnudas.
A lo mejor del barcito aquel pasaron a éste porque nadie acudía a las citas. Ahora, señoritas agraciadas y caballeros impuntuales, están ahí.
...

22/5/09

No soy ordenado

...

He visto el corazón de Laura,

todo tan perfecto,

y decidido.

Como ella,


hermosa,

y acomodada.

Me llevó, en algún momento,

a vivir allí con ella, Laura,

pero no pude quedarme...

No tengo la suerte de ser hermoso,

ni ordenado.


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19/5/09

LA VIDA ES UN SUEÑO

...

Los sueños, a veces, son cosa seria,

como Calderón lo había pensado.

Es que en ellos está nuestro pasado,

los triunfos, la alegría... y la miseria.


El sueño viene siempre acompañado

de cosas que despierto ignoraría,

o de alguna manera ocultaría

aquel que arteramente ha dañado.


Los sueños... puede ser que nos traicionen,

a lo mejor involuntariamente,

o puede que deliberadamente

sean los argumentos que usa la mente

para ceñirnos permanentemente

a lo que nuestras pasiones disponen.


...

17/5/09

MARIO BENEDETTI el POETA uruguayo, a llegado a lo más alto (y ahí se va a quedar para siempre)

"Vuelvo/ quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo."

de: "Canciones del más acá"

Gracias por todo MAESTRO...


MORIR

.
Al no compartirlos contigo

mis días parecen

grises días de muerte.


Al no despertar a tu lado

es mi amanecer

otro poco de muerte.


Al no sonreír con tu risa

mi risa dibuja

una mueca de muerte.


Al no escuchar que me nombras

en mi oído se repiten

solo sonidos de muerte.


Al no soñar yo tus sueños

lo que sueño se convierte

en pesadillas de muerte.


Es que al no poder verte

el solo hecho de existir

no es vivir... es morir.


. Del libro "Entre Piedras" 2004 Javier Tissera

15/5/09

CHACALES en cien palabras

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No es un buen ejemplo el del pez aquel de nombre Lot. Dejó que a su esposa merluza una gran ostra la convirtiera en brillante perla, embriagó a sus hijas con unas algas fermentadas y de noche en noche y de varios bocados... se las comió.
Todo por mantener la especie, dijo entonces, y seguramente continuó comiéndose a nietas-hijas y bisnietas-hijas mientras pudo. Hasta nuestros días (puede verse en las noticias) descendientes suyos continúan aquella incestuosa tradición.
Definitivamente no es buen ejemplo lo del pez Lot pero no lo elegí yo, está escrito ahí donde comenzó todo... (en Génesis diecinueve)
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Vuelvo a postear lo mismo corregido pues parece que, o no les gustó, o no lo entendieron...
Cuando antes puse que hace falta educar bien es porque en la biblia leí lo de Lot y relacioné con estos incestos de hoy y de siempre...
Es solo un relatito de cien palabras... nada más.
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11/5/09

Cadáver Nuevo

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Va mi cadáver viejo, último,
yéndose poco a poco,
desvaneciéndose bajo el sol y las sombras
que se suceden.

De tierra y agua estoy hecho,
y de un poco de aire.

Percibo como se escapa el pequeño espacio
que antes ocupé.

Oigo irse a mi suspiro,
tan viejo de ir y venir por casi nada.

Veo borrarse la que creí mi mejor composición,
y también la que hice por encargo.

Me descubro yéndome a pedazos, con el viento,
sin retorno ya con esta forma.

No soy alguien que estaba hecho solo de aire,
como algunos,
ni únicamente de tierra y piedras, como otros…
o de solo agua, por más de acuario que sea.

Estaba hecho con un poco de todo...
más bien con poco de todo.

Y así se va rehaciendo mi cuerpo nuevo,
con algo, con poco, con casi nada.

Como el de muchos otros por suerte,
de tierra se rehace, de aire, agua,
y muchas palabras amasadas.

¿Para qué más?...

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7/5/09

Sembrar y cosechar

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Todo se siembra, cosecha y aprovecha.
Conozco quién cultiva trigo y no le falta el pan. Sé de alguien que cría vacas y siempre tiene a mano una buena provisión de leche.
Hay quienes siembran vientos y cosechan tempestades y quienes esparcen cizaña y cosechan conflictos. Y hay quienes reparten paz y amor solo para conseguir seguidores.
Todo es posible que crezca en la fecundidad generosa de la gente. Y eso es aprovechado por incansables labradores de conciencias colectivas.
Hay quienes fortalecen palabras y recogen buenos relatos... no como estos. Y hay quienes siembran oscuras estafas y recolectan pomposos laureles.
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3/5/09

PAJARITOS



Día a día, minuto a minuto
nace un pajarito.
Nace desnudo de colores,
abrazado por el lodo
y olvidado, por casi todos.

Su nido lejano a una jaula de oro
no irradia consuelo
ni sabe del calor de un nido de amor.

A los primeros vuelos
de sus alas breves sin piedad lo lanzan.
Pero no le enseñan a volar.

Ignoran el canto del niño pajarito,
mudándolo a llanto,
llanto jamás escuchado.

Engrisan su plumaje,
cortan sus árboles,
para que sólo vivan con una limosna de alpiste.

Y así lo empujan a volar por la vida:
en volteretas, sin rumbo y sin sentido,
presa fácil en la comodidad del olvido.

A esos niños a los que nadie ve, salvo cuando no les queda otra que salir a robar.

2/5/09

CANCIÓN II

Están todos jodidos, amor,
están todos jodidos...

Están jodidos los trabajadores amor,
y están jodidos los vagos también.
Están jodidos los puritanos amor,
y están jodidos los pecadores también.

Están todos jodidos, están todos así.
Pero yo no estoy jodido amor,
yo no estoy jodido no no...

Está jodido el colectivismo amor,
y está jodido el capitalismo también.
Está jodido el cristianismo amor,
y está jodido el ateísmo también.

Está jodida la burguesía amor,
y lo está bastante el proletariado también.
Está jodida la policía amor,
y está jodido el ladroncito también.

Están todos jodidos, están todos jodidos, sí sí...
pero yo... yo solo soy un escritor...
por eso no estoy jodido amor,
yo no estoy jodido no no no...


...................si alguién le pone música "vamo y vamo" como dicen por acá...
BUEN MES DE MAYO PARA TODOS