El crimen no paga, se dice por ahí para desalentar a quienes quieren tomar como una salida laboral eso de andar, revólver en mano, asaltando ancianas, quiosqueros y cajeros de banco. Y tienen razón quienes dicen eso, casi siempre el pago por andar en ese sinuoso camino es acabar preso o muerto, y eso, es poca paga.
A mí me suelen decir o aconsejar algo parecido al escueto refrán, cuando refieren a mi afán de escribir simplezas, y publicarlas en este intento de “periódico”. Que nadie va a pagar dos mangos, me dicen, por estar leyendo retazos de ensayos y versos escritos hace como mil años, críticas a los “dioses” de turno y crónicas chafarosas sobre cualquier cosa. Que solo paga, repiten convencidos, publicar avisos con el precio de los zapallitos, noticias sobre el modo en que el asesino descuartizó a la niña o la propaganda oficial. Escribir no paga, insisten, salvo que se escriba notas o novelitas sobre autoayuda, horóscopos chinos o guiones televisivos donde se burlen de la gente. Y me lo repiten tanto que cuando Ana, el Tito o el Mario me pagan los tres o cuatro pesos de este pasquín, me dan ganas de devolvérselos.
De todas formas me parece demasiado cruel el hecho de que salir a robar y escribir paguen más o menos lo mismo, no hay comparación, ya que calzar un “fierro” y salir a “apretar” gente no lo hace cualquiera... escribir, cualquiera que anda por ahí... sí lo hace.