.
Debemos quemar todos los libros
que inútiles llenan los estantes,
solo por estar en los estantes.
Debemos quemar las ediciones
completas de libros olvidables,
solo por tibios y olvidables.
Debemos quemar las ediciones
completas de libros brillantes,
solo por geniales y brillantes.
Debemos quemar todos los libros
después de leerlos y estudiarlos,
así dejan lugar a otros libros
que serán quemados, desde luego,
después de leídos y estudiados.
Debemos quemar todo lo escrito
por autor que quiera enseñarnos
que existe tan solo una verdad :
la que él nos muestra en sus papeles.
Debemos quemar todos los libros
por llevar a creer en la mentira
de que mil versos en un poema
harán realidad las utopías.
Debemos quemar, no tenga duda,
todo lo que escriba aquel que dice
que todo lo hace por su pueblo.
Por eso, seguro en coincidencia:
Debemos quemar todos los libros…
eso sí, guardar como tesoro
de todos los libros, cuatro o cinco.
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"Así como en los juegos de azar las cifras pares y las cifras impares tienden al equilibrio, así también se anulan y se corrigen el ingenio y la estolidez, y acaso el rústico poema del Cid es el contrapeso exigido por un solo epíteto de las Eglogas o por una sentencia de Heráclito." Borges... "El Inmortal"
25/6/09
20/6/09
SOBRE MI MESA
...
Hay pan sobre mi mesa,
de ayer es el pan,
y poco a poco se va endureciendo.
También se van endureciendo,
y cubriéndose de finas capas de tierra,
algunos libros, sobre mi mesa.
Los suplementos de La Voz
y los “Rocinante” se van poniendo amarillos.
Solo brillan las piedras,
recuerdos de algún viaje,
y la pantalla de la pc.
Hay papeles sobre mi mesa
que tienen escrito ya no sé qué cosas,
ni me importa.
Hay lápices, y útiles de escritura.
Biromes que no escriben ya,
que nunca escribieron,
duermen en un rincón de mi mesa,
también secándose.
En el otro rincón de la mesa duermen
en grises papeles irresueltas poesías.
No hay fotos sobre mi mesa,
indicio que se va endureciendo mi corazón.
...
Hay pan sobre mi mesa,
de ayer es el pan,
y poco a poco se va endureciendo.
También se van endureciendo,
y cubriéndose de finas capas de tierra,
algunos libros, sobre mi mesa.
Los suplementos de La Voz
y los “Rocinante” se van poniendo amarillos.
Solo brillan las piedras,
recuerdos de algún viaje,
y la pantalla de la pc.
Hay papeles sobre mi mesa
que tienen escrito ya no sé qué cosas,
ni me importa.
Hay lápices, y útiles de escritura.
Biromes que no escriben ya,
que nunca escribieron,
duermen en un rincón de mi mesa,
también secándose.
En el otro rincón de la mesa duermen
en grises papeles irresueltas poesías.
No hay fotos sobre mi mesa,
indicio que se va endureciendo mi corazón.
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17/6/09
Dice Berthold Brecht :
“Sobre mi pared
hay una talla japonesa de madera.
Es la máscara de un demonio del mal,
pintado en laca dorada.
Lleno de compasión observo
las venas hinchadas de las sienes,
que revelan el esfuerzo que exige
ser malvado”
Digo yo :
Sobre una pared de mi cuarto
hay una cruz cristiana de madera
con la imagen de Cristo crucificado.
Lleno de compasión observo
la corona de espinas, la herida en un costado,
los clavos atravesando sus manos
y la sangre en sus mejillas.
Eso me revela que mucho más esfuerzo exige
ser manso.
Escribe Johana Ruiz Serpa,
de San Andrés de Sotavento, Colombia:
“Soy indígena.
Soy maestra de San Antonio de Palmito.
Vivo en San Andrés de Sotavento.
Mi comunidad fue declarada indígena por nuestros antepasados.
hace cuatro años trabajo en la escuela,
dándole saberes a los niños.
Ellos vienen con una simple hoja y un lápiz,
descalzos,
algunas veces con el estómago vacío”
Y yo escribo:
Soy un trabajador.
Trabajo de obrero en un lugar de Argentina.
Vivo en Argentina.
Mi grupo fue declarado para siempre obrero
por quienes no lo son.
Hace miles de años que nos obligan a ser peones,
agobiados constructores de todo.
Nuestras condiciones de vida son cada vez peores.
Algunas veces lo nuestro
no es ni siquiera vida.
...
“Sobre mi pared
hay una talla japonesa de madera.
Es la máscara de un demonio del mal,
pintado en laca dorada.
Lleno de compasión observo
las venas hinchadas de las sienes,
que revelan el esfuerzo que exige
ser malvado”
Digo yo :
Sobre una pared de mi cuarto
hay una cruz cristiana de madera
con la imagen de Cristo crucificado.
Lleno de compasión observo
la corona de espinas, la herida en un costado,
los clavos atravesando sus manos
y la sangre en sus mejillas.
Eso me revela que mucho más esfuerzo exige
ser manso.
Escribe Johana Ruiz Serpa,
de San Andrés de Sotavento, Colombia:
“Soy indígena.
Soy maestra de San Antonio de Palmito.
Vivo en San Andrés de Sotavento.
Mi comunidad fue declarada indígena por nuestros antepasados.
hace cuatro años trabajo en la escuela,
dándole saberes a los niños.
Ellos vienen con una simple hoja y un lápiz,
descalzos,
algunas veces con el estómago vacío”
Y yo escribo:
Soy un trabajador.
Trabajo de obrero en un lugar de Argentina.
Vivo en Argentina.
Mi grupo fue declarado para siempre obrero
por quienes no lo son.
Hace miles de años que nos obligan a ser peones,
agobiados constructores de todo.
Nuestras condiciones de vida son cada vez peores.
Algunas veces lo nuestro
no es ni siquiera vida.
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16/6/09
Juego Peligroso
...
Casualmente una tarde, aquellas miradas se cruzaron. Solo sonrisas y un: -Hola, ¿qué tal?- fueron suficiente para que desde aquel momento sus corazones se hablaran en silencio.
En unos pocos días supo calcular la hora en que saldría ella a la vereda para así salir él a compartir una charla. El encantamiento iba creciendo de tarde en tarde.
Cuando aquel dulce ensalmo fue lo suficientemente profundo, ya no bastaron los pequeños gestos de seducción. Esos corazones pedían más.
Es desde entonces, que en los atardeceres, ambas puertas permanecen cerradas... No sea cosa que se entere el marido, o su esposa.
En unos pocos días supo calcular la hora en que saldría ella a la vereda para así salir él a compartir una charla. El encantamiento iba creciendo de tarde en tarde.
Cuando aquel dulce ensalmo fue lo suficientemente profundo, ya no bastaron los pequeños gestos de seducción. Esos corazones pedían más.
Es desde entonces, que en los atardeceres, ambas puertas permanecen cerradas... No sea cosa que se entere el marido, o su esposa.
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............................ Para Laura, que pide algún relato en cien palabras del Poeta.
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12/6/09
ALUMNA (La saga continúa)
A Sandra (otra alumna del taller literario que llevó al Poeta a dictarle clases personales) nadie le conocía novios, o cosa parecida. Y no permitía que ningún hombre se acercara mucho a su hermética vida. Era su amiga de toda la vida, medio introvertida y bastante devota de esas cosas de la iglesia católica. De ir a misa regularmente y quién nunca jamás se permitiría un insulto al cielo o a los que en él habitan. Profesora de historia. A las únicas clases que asistía eran a las literarias que él expresaba. Pero de amores, poco y nada.
Sandra y el escritor eran conocidos desde siempre. Desde niñitos sus familias vivían en casas pegadas. Crecieron al mismo tiempo, fueron a los mismos colegios y, salvo un par de años, fueron compañeros de cursos también. Crecieron al mismo tiempo y maduraron casi juntos también. Pero se veían cada vez menos. Así fue entonces que, mientras él comenzaba su carrera en esto de los versos, de los cuentos y los efímeros amoríos y tranzas con el sexo opuesto, ella se concentraba en estudiar historia.
Se recibieron por la misma época, casi. Pero en distintos lugares. Ella de silenciosa profesora de historia y él de marido joven de aquella inocente musicóloga. Pasó el tiempo y volvieron a verse después de la separación conyugal del bardo. Se supieron cruzar sus noches en un pequeño bar-café bien jipiento del barrio Bellavista en el que aquél narraba unos lacónicos cuentos en cien palabras.
Se encontraron a travéz de algunos güisquis en igual cantidad de jueves. Al término del cuarto jueves literario acabaron besándose bajo una rota farola de la nueva costanera del Mapocho.
Le temía a los besos largos Sandra, y él poeta se los hacía interminables. Le arisqueaba ella a las caricias, y él la acariciaba hasta donde le daba el largo de los brazos, y más. Le perturbaba a la gris profesora un cercano hombre de cuerpo entero, y el lírico le ponía todo su cuerpo a disposición. Así se fue dejando domar y en cuestión de un par de semanas hacía el amor como la mujer más sabia.
De amores sabía poco Sandra por aquella época, pero cuando la relación con el poeta acabó bien podía dar hasta un diez en un examen.
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7/6/09
VIRUS ESPÍA (USAR MASCARILLA AL ENTRAR)
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Hoy una ventanita de la pc me dice que, o un virus o un software espía se ha metido en mi máquina...
Yo ya venía suponiendo algo así como un virus. Ultimamente el brilloso aparatejo venía apagándose de una en el momento menos pensado, o se quedaba como inactiva varios segundos. A veces tosía o estornudaba, y hasta en algún momento la noté con cierta temperatura elevada...
De las opciones que se presentan: Gripe aviar, porcina, mal de la vaca loca, el dengue que transmiten los mosquitos o el que te pueden contagiar los apestosos políticos que nos gobiernan... ninguna es compatible con los síntomas de mi joven personal computer. Eso me deja un poco tranquilo, aunque no la pueda aliviar solo con un té con miel y limón.
Lo que me altera un poquitin es la posibilidad del softwar espía... No imagino cuál podría ser el fin pero me da risa pensar que alguien pueda ver mis archivos de word donde escribo sobre ciertos amores turbulentos del pasado, sobre los ojos de Irene María y sobre donde se suele meter mi mano izquierda.
Y ni hablar de la risa que me da saber que alguien pueda ver lo que filma la cámara web de mi pc... que está en el dormitorio y apunta hacia la cama matrimonial...
(da risa pero igual ponerse la mascarilla)
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3/6/09
DESORDEN (recargado)
El tiempo pasa más rápido que de costumbre,
parece.
Las luces y sombras se van de mi punto
así como florecen.
A las palabras cuesta atraparlas
en este mugroso poema.
El método se derrumba y se levanta
por mi desempeño.
Las peroratas sugestivas fluyen
en mi cabeza, y en mi boca, pero poco.
El desarreglo se dilata.
Nunca se ve nada claro,
en estos asuntillos.
Tengo que brindarme más,
pero no es fácil.
Los ruegos de uso más profuso,
en estas cuestiones son...
bueno, ya saben.
Los de todos en estos casos.
Los mismos de siempre.
Pero no me verán a mí
en esas inútiles súplicas de entrecasa,
ni de las otras.
Si no va, no va.
A otra cosa...
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