Dice Berthold Brecht :
“Sobre mi pared
hay una talla japonesa de madera.
Es la máscara de un demonio del mal,
pintado en laca dorada.
Lleno de compasión observo
las venas hinchadas de las sienes,
que revelan el esfuerzo que exige
ser malvado”
Digo yo :
Sobre una pared de mi cuarto
hay una cruz cristiana de madera
con la imagen de Cristo crucificado.
Lleno de compasión observo
la corona de espinas, la herida en un costado,
los clavos atravesando sus manos
y la sangre en sus mejillas.
Eso me revela que mucho más esfuerzo exige
ser manso.
Escribe Johana Ruiz Serpa,
de San Andrés de Sotavento, Colombia:
“Soy indígena.
Soy maestra de San Antonio de Palmito.
Vivo en San Andrés de Sotavento.
Mi comunidad fue declarada indígena por nuestros antepasados.
hace cuatro años trabajo en la escuela,
dándole saberes a los niños.
Ellos vienen con una simple hoja y un lápiz,
descalzos,
algunas veces con el estómago vacío”
Y yo escribo:
Soy un trabajador.
Trabajo de obrero en un lugar de Argentina.
Vivo en Argentina.
Mi grupo fue declarado para siempre obrero
por quienes no lo son.
Hace miles de años que nos obligan a ser peones,
agobiados constructores de todo.
Nuestras condiciones de vida son cada vez peores.
Algunas veces lo nuestro
no es ni siquiera vida.
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