Amo los caminos que conducen de ti a ti misma,
... como el que va de tu boca a tus hombros.
Amo el camino que recorre la aventura
entre tus hombros y tus pies.
Amo el camino del anverso,
que sigue las líneas del sol,
con escarpas, remanso, y posada.
Los ecos cruzados... la agitación,
las cadenas desatadas y los riesgos ignorados.
Amo recorrer ese camino a la hora de la siesta,
sin que lo pensemos mucho... intensamente.
Amo detenerme en tu oscuro y tibio remanso
... y beber de tu miel.
Tu camino del reverso amo,
el que ofrece llanuras y sombras.
Con escarpas también... y remanso.
Con un atajo casi escondido...
Amo tomar ese atajo, y no apurarme.
Amo detenerme en tus posadas,
y estar allí, sin detenerme, y morirme allí.
Amo los caminos que van
desde tu boca a tus hombros,
los que me llevan a esos otros caminos tuyos...
Los que recorren tu cuerpo...
desde tus hombros... a tus pies.