Viví mañanas brillantes
y tardes aburridas y grises.
Comí manjares carísimos
y tomé sopas asquerosas.
Dormí bajo sábanas de seda
y sobre pisos de tierra.
Gocé de algunas noches
en el corazón de Laura
y acabé otras tantas
en la entrepierna de Lulú.
Gané cosas casi sin esfuerzo
y perdí otras cuando merecí ganar.
Reí con ganas y con motivos
y lloré solo y arrepentido.
Hice goles de rabona,
y perdí varias veces por goleada.
Fui alguna vez el más aplaudido...
y luego el menos recordado.
Más libre que el viento fui,
y supe estar más recluido que un monje.
Reuní plata haciendo
cosas que no me gustó hacer
y por el pan trabajé a gusto.
Viaje en primera clase...
y en la bodega, varias veces.
Viví como millonario,
y le disputé el queso a las ratas.
Vivo intensamente
y voy a morir tristemente,
como todos.
Por eso sé que festejar un triunfo
es bueno para estar feliz un rato,
pero es igual a casi nada.
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