Duelen las manos.
Los dedos como entumecidos
casi ni dejan dormir bien.
Acarician, eso sí,
también aprietan o excavan si es necesario,
e igual que siempre, agarran con fuerza
la pala o el martillo, según el caso.
Pero duelen, no dejan de doler.
Toman firmes el volante de mi porsche
cuentan billetes de diez hasta seiscientos mil,
y mandan por día cien mensajes de texto,
pero duelen, no dejan de doler.
Los dedos como entumecidos
casi ni dejan dormir bien.
Duelen las manos,
los dedos se acalambran,
y duelen...
duelen de estar tanto sin escribir.
3 comentarios:
Es verdad, Javier: los dedos son un apéndice del alma para los escritores. Y duelen, sí.
Un abrazo.
HOLA JAVIER....
ESAÚLTIMA LÍNEA TUYA ES COMO LA CEREZA EN EL MARTINI.
EXCELENTE.
...Y ESPERO QUE ESTÉS MEJOR DE TU DOLORCITO ;)
LOLA CIENFUEGOS
Pues bien querido amigo, a combatir ese dolor se ha dicho! Y a escribir que se te echa de menos!
Besos!
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