"Así como en los juegos de azar las cifras pares y las cifras impares tienden al equilibrio, así también se anulan y se corrigen el ingenio y la estolidez, y acaso el rústico poema del Cid es el contrapeso exigido por un solo epíteto de las Eglogas o por una sentencia de Heráclito."
Borges... "El Inmortal"
No me daba el maldito ratón ocasión alguna de entrarle con alguna demanda, bien vivo estaba que yo sabía de su poder y que no se podía negar. Así que fui endureciendo los adjetivos de mis escritos cuando me refería a él. Volví a publicar el mini pasquín de ocho páginas coleccionable y aproveché a fondo lo de internet. Y ni así el tipo acusó recibo. La dureza de su cara iba bien con la de su estómago. Una vez lo tuve cinco minutos a mi alcance y le largue los perros. Recuerdo haberle dicho algo así:
Oiga, bien sé de nuestra rivalidad, del resentimiento de su clase hacia la mía, pero tenga presente que, tal como en la película El Gladiador, en la arena de los Leones puede ser que alguna vez nos encontremos, esclavo y rey, allí quizás no sea tan trágica la cosa y nos perdonemos viejos rencores... Hasta puede ser que salgamos juntos, y ante los aplausos de las hinchadas, nos encaminemos al primer bar y compartamos una birra. En ese momento no me figuré que el tipo solo bebe vinos traídos del Piamonte, así que tampoco hizo el efecto esperado… así seguía yo muriendo en trabajos forzados y sin poder romper las cadenas.
Resulta que el camino es largo, muy largo. Son miles de kilómetros los que son necesarios andar descalzo sobre asfalto ardiente. Sin sandalias y nada de paños fríos al atardecer. Con los pies sangrando, curtidos a piedra, pero sangrando igual. Penado a no ser ayudado, a ser ignorado. Es lo que hay que cumplir de condena.
Y eso tan solo para saldar los pagos diarios, las cuotas, de aquel abandono, de esta deuda. Para saldar definitivamente semejante descalabro, hay que caminar así, pero hasta el último minuto en este mundo.
Solo resta esperar que al final del camino surja el frescor de un río caudaloso, precediendo a esas esquivas playas mansas donde el cristalino mar acabará, en un mal rol de verdugo, reparando todo desacierto.
Que durante el Nuevo Año se hagan realidad esas cosas por las que han luchado en este Año ya Viejo. Buenos Augurios para aquellos que no esperan que sus cuestiones cambien por solo desear cosas y esperar que caigan del cielo, o del aparato tragamonedas. Y que un deseíto pequeñito se cumpla a cada uno de los amigos/as blogueros. Es mi deseo. Para que se hagan realidad sus sueños más grandes... buscar a alguien tangible y beberse, ambos, cuatro champagnes... AbrAzoZ
Duelen las manos. Los dedos como entumecidos casi ni dejan dormir bien.
Acarician, eso sí, también aprietan o excavan si es necesario, e igual que siempre, agarran con fuerza la pala o el martillo, según el caso. Pero duelen, no dejan de doler.
Toman firmes el volante de mi porsche cuentan billetes de diez hasta seiscientos mil, y mandan por día cien mensajes de texto, pero duelen, no dejan de doler. Los dedos como entumecidos casi ni dejan dormir bien.
Duelen las manos, los dedos se acalambran, y duelen... duelen de estar tanto sin escribir.
Hola Amigos/as...................... hace rato que no pasaba por acá pero está todo bien... bueh... salvo por el calor de infierno y la falta de ríos, lago, lagunas, mares y de tristes charquitos donde refrescarse las patas... A los amigos que siempre pasan a leer y hallan tapera les digo que igual mucho más no queda de interesante literatura... mejor harían en comprarse un buen libro de autoayuda en la librería de la esquina... ahora solo escribo horóscopos y chistes malos que nadie lee... Al comentarista anónimo que dice que leerme a mí le causa dolor de cabeza le digo que comparto esa apreciación... no hay peor jaqueca que la que me causo yo mismo... A Mai que se va de estos tristes lugares le quiero decir que solo por ella y un par más es que yo todavía estoy acá... abrazos
El maldito dolor de cabeza no se acaba ni siquiera cuando me mando el puré hecho con el contenido de la caja de calmantes. Y no tiene solución, créanme, salvo a través de un transplante... de cabeza. El maldito dolor ya es como parte de mí. Recuerdo al de mis padres, ellos ya lo sufrían. Así que lo debo haber heredado. Sí, así como se hereda una pala, una bicicleta vieja o un maldito reloj.
II
Mis hijos nacieron cuando se comenzaba a despedir el anterior milenio. Lo que quiere decir que van entre los quince y veinte años... edad de los hijos que en los padres agudiza más que nunca el dolor de cabeza. Como los míos no son la excepción, por ese camino del dolor transitamos.
III
El dolor de cabeza que da sobrevivir en el mundo de hoy es fatal. Cuando esquivás el guadañazo que viene por el lado de alguna enfermedad mal curada en algún hospital público seguro que te viene otro por el de la pésima alimentación. Cuando zafás de ser la cena de los voraces buitres de siempre seguro que te asedian las ratas que desde hace tiempo te rodean. Y cuando creés haber escapado de todo, ya sea por astucia o edad, descubrís, aumentando tu dolor de cabeza, que ya inventaron un nuevo impuesto o un peor geriátrico.
IV
En algunas esposas el dolor de cabeza es el pretexto justo en esos momentos, y frente al marido... Pretexto que algunas veces deja en evidencia la ardiente y desgastante visita del joven amante a media mañana o a media tarde.
V
Para algunos tipos es una constante que el dolor de cabeza los acompañe justo cuando tienen que sacarle algunos pesos al cocodrilo que parecen tener en el bolsillo. Los acompaña cuando tienen que pagarle al se rompió el traste haciéndole algún trabajo que siempre les va a parecer carísimo. Y ni hablar de cómo les surge el maldito dolor de cabeza cuando tienen que gastar en comprarse un pantalón porque el que se compró en la década del setenta ya se rompió. O cuando les tienen que comprar algún regalo a la esposa o a la hija. A ciertos tipos el dolor de cabeza los persigue cuando ganan mucho dinero, cuando no ganan tanto y cuando ganan. A veces logran evadir la persecución del dolor acumulando ese dinero en gordas cajas de bancos. Otros ahogan el dolor de cabeza que les produce el no ganar ni dos pesos en un par de vinos tintos, en algún disco trucho de La Mona y en los triunfos de Boca.
VI
A muchos niños y adolescentes les produce dolor de cabeza el tener que ponerse a leer. Para ellos es como una condena atroz tener que descifrar el mensaje de unos pequeños signos generalmente de color negro que no emiten sonidos ni colores centellantes, no se mueven constantemente de acá para allá ni suman vidas para la próxima pantalla, o página.
VII
A los patrones les ocasionaba dolor de cabeza que los menestrales hicieran reclamos salariales. Ni hablar cuando estos se reunían en acometedores sindicatos. A su vez a los asalariados les causaba un agudo dolor de cabeza tener que asistir a tediosos paros e inacabables marchas... Todo dolor acabó (para algunos se atenuó) cuando otros despiertos amos inventaron la televisión por cable con programas burlones, telenovelas y fútbol a toda hora.
VIII
El dolor de cabeza existió y existirá siempre. A muchos los acompaña continuamente y a otros únicamente cuando tienen que pensar, como en mi caso.
A varios amigos que tengo les causa dolor de cabeza no poder ahorrar dinero, a mi me llega el dolor cuando no sé donde gastar el poco que tengo. A otros que conozco les duele la cabeza siempre porque no pueden acceder a la cuatro por cuatro... ¡qué dolor tendría yo que no pasé nunca de la dos por uno! A varios que no quiero conocer parece que les calma el dolor de cabeza el no comer huevos para no tener que arrojar las cáscaras mientras a mí me aquieta el dolor un buen asado regado de cerveza, y de postre... bueno, todo lo que pueda y si es posible todos los días.
A muchos les dará dolor de cabeza leer esto, en ese caso les digo que escribir estas cosas calma el mío.
En su primer viaje, el colonialista don Cristóbal, ni siquiera sabía para donde iba. Solo se hizo a la mar presagiando que algo iba a ganar. Luego, cuando en su segundo y tercer viaje, regresaba a nuestra madre patria con sus barcos panzudos de oro era recibido como un Hércules por quienes, ahora si, se iban a atrever a rehacer su vida tras el feroz océano. Aún hoy, por suerte, hay quienes se juegan en alguna empresa sin saber en que clase de puerto van a anclar. Y por desgracia siempre habrá quienes esperan ver el camino trazado para caminar.
Un buen día el hombre se dio cuenta que el paraíso prometido estaba a sus pies. Fue el día que vio como crecían las semillas que había escondido bajo tierra. El trigo, el maíz y la papa brotaban así de fácil y le proporcionaban comida a su familia y a su tribu. En esa bienaventuranza pudo domesticar animales y usar los árboles para construir casas. En ese paraíso pudo criar a sus hijos. Y fue feliz.
La vida del hombre en aquel edén se prolongó durante milenios.
Eso fue mientras Dios estuvo a cargo del mundo... ahora todo está privatizado.
No sé porqué se embarca en tener mascotas que luego hacen que desvíe la atención hacia ellos y deje de hacer lo que, bien o mal, hace tenazmente. Pero todo debe ser por algo... digo... Porque lo miran, o imagino yo que lo hacen, con una mirada mezcla de antipatía y temor sus pequeños peces de colores. Puede ser que lo odien por haberlos encerrado en una pecera que antes fue un frasco, de los grandes, de aceitunas mendocinas. O puede ser que el gato de la casa, cuyo apetito es paralelo al suyo, esté buscando la forma de comérselos.
Bien se sabe que es ley mundial que cada uno de nosotros puede hacer lo que quiera con lo que lleva nuestra firma estampada, con lo que de una u otra forma nos supimos conseguir... Y está bien, de cierto modo, que así sea. Podemos hacer lo que queramos con nuestro auto, con el tv veinte pulgadas y con el perro que nos costó cien pesos... podemos prenderle fuego al carro ese cuando a la mañana no arranca, pegarle un sillazo a la tele cuando nos cansa tinelli o patear con furia al perro cuando le ladra a la morocha de la otra cuadra. Podemos porque son nuestras cosas y no hay nada que nadie pueda hacer para impedírnoslo. Lo mismo pasa cuando, ya sea por cualidades propias, agudeza de ingenio o herencias varias, se nos da por acumular cosas aunque sea con poco sentido común. No podremos usar en varias vidas los millones de pesos que podemos amontonar, ni vivir en más que una o dos casas de las cincuenta que podemos llegar a tener en varias ciudades... pero así es siempre con lo de la acumulación de "nuestras” propiedades. E insisto con esto: hasta capaz que esté bien que así sea…
Salvo cuando llega el abuso, y nos creemos que hasta las personas nos pertenecen.
Eso es el súmmum de esa idiotez de la “propiedad privada”
Hay quienes creen que sus hijos son “sus” hijos y los golpean, abandonan, maleducan y violan como si fueran “su propiedad privada” y creen que por eso pueden hacer con ellos lo mismo que con su trapo para el piso.
Hay quienes hacen lo mismo con los ancianos, con los enfermos, con los incapacitados… abandonándolos como cuando dejan en el galpón del fondo una heladera vieja que ya no enfría…..y ya no les sirve.
Propiedad Privada… algunos van más lejos y aseguran que también sus esposas y/o parejas lo son.
Ese rótulo de: “Mi mujer” es un estigma hasta peligroso, y a algunos les hace creer que pueden hacerle lo que quieran a una mujer solo porque aceptó ser “De” uno.
Tal vez llegó el tiempo de reeducar al hombre en ese sentido de “propiedad privada”.
Solo teniendo bien claro que las épocas de vejaciones, sometimientos, aberraciones y torturas matrimoniales y "extra-matrimoniales" dejaron paso, hace rato ya, a nuevos tiempos de libertad, digo, solo teniendo esto en claro dejaremos de presenciar maltratos. abusos y asesinatos como los que por éstos tiempos se vieron en ésta y en otras diversas ciudades.
Un sueño yo tuve soñé que llegabas de aquel largo viaje que nos separara. Con tu risa suelta de libertad nueva, desatando esperas que aún me encadenan. Trayendo en tus manos aquellas caricias que habían quedado solo suspendidas. Feliz desperté aquella mañana después de aquel sueño que de ti me hablaba. En vano supuse los días siguientes que todo era cierto, que tú volverías. Y pasé mi vida viviendo de un sueño. Sabiendo además: de tu corazón ya no soy su dueño.
Amo el camino que recorre la aventura entre tus hombros y tus pies.
Amo el camino del anverso, que sigue las líneas del sol, con escarpas, remanso, y posada.
Los ecos cruzados... la agitación,
las cadenas desatadas y los riesgos ignorados.
Amo recorrer ese camino a la hora de la siesta, sin que lo pensemos mucho... intensamente.
Amo detenerme en tu oscuro y tibio remanso ... y beber de tu miel.
Tu camino del reverso amo, el que ofrece llanuras y sombras. Con escarpas también... y remanso. Con un atajo casi escondido... Amo tomar ese atajo, y no apurarme.
Amo detenerme en tus posadas, y estar allí, sin detenerme, y morirme allí.
Amo los caminos que van desde tu boca a tus hombros, los que me llevan a esos otros caminos tuyos...
Los que recorren tu cuerpo... desde tus hombros... a tus pies.
De ninguna manera puede decir que esperaba lo que le iba a pasar. Su vida era, siempre lo había sido, de lo más aburrida y predecible. Aunque se él las daba de excéntrico y original, no lo era, o lo era en naderías. Lo cierto es que un buen día ciertas cosas suyas pasaron de estables y pasivas a tumultuosas y atrevidas. Y lo sorprendieron. ¡Cómo para que no!... si ya hacía rato que no era un adolescente. Pisaba los cuarenta y en su físico aparentaba algunos más. Solo lo salvaba su buen humor y el ingenio soez al hallar respuesta a todo. Lo cierto es que de repente se encontró a sí mismo en la pieza siete del hotelucho del pueblo recorriendo con su desacostumbrada lengua los rincones más escondidos de Zirday, una veinteañera conocida por él desde hacía varios años pero con la que por nada se le había ocurrido enredarse. Pero ese era un hecho, y sonriendo de puro placer, mientras la joven mujercita le mordisqueaba la pija con dulces y breves movimientos, trataba de entender por que raro sortilegio la vida le regalaba estos minutos de algo que ya no esperaba.
Mucho ruido. Los fuegos artificiales retumban en los espacios vacíos de historias y neuronas. Y las indecisiones a la orden del día, en mi vida y en algunas otras.
No hay aromas ni otras exhalaciones. Solo unas cuantas gotas de sudor de vez en cuando.
Y sigue habiendo mucho ruido, demasiado. Es que los engranes de la vida van chirriando entre aceros y mordidas. Como para irse desahogando Por tantas mezquindades.
Ya no hay llanto que no haya sido indebidamente cobrado, y con creces
No enorgullece pero permite morir a la par del pobre alto ego. Permite sonreír de medio lado. Nos deja desahogarnos, ya lo dije...